Esta historia es un ejemplo poderoso de cómo la voluntad y el amor por las tradiciones pueden superar cualquier adversidad. Juan nos recuerda que, aunque las circunstancias cambien, el espíritu rociero puede mantenerse vivo y fuerte.
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Te mostramos hoy una historia inspiradora de superación y tradición en el mundo rociero. Juan, un hombre de 47 años, perdió la vista hace 7 años, pero eso no le ha impedido seguir viviendo con intensidad la romería de El Rocío, una tradición que lleva en su corazón desde que nació.
Recuerda que a los 9 años ya estaba junto a los bueyes, animales con los que ha compartido gran parte de su vida. Durante más de tres décadas, fue boyero en distintas hermandades, cuidando y guiando a estos animales tan importantes en el Camino.
En 2018, la vida de Juan dio un giro inesperado. Ese año fue especialmente duro, con la pérdida de su padre y, poco después, un desprendimiento de retina que lo dejó ciego. A pesar de este duro golpe, Juan decidió no renunciar a sus tradiciones ni a su pasión por El Rocío.
Hoy Juan ha podido estar un rato junto a los bueyes, demostrando una conexión increíble con ellos a través del tacto y la sensibilidad. Sin poder ver, su forma de acariciarlos y sentirlos es conmovedora.
Durante el resto del camino, se agarra detrás de la carreta, acompañado por muchos que se acercan para asegurarse de que está bien y para acompañarlo.
Juan comenta que la falta de vista ha agudizado sus otros sentidos, permitiéndole disfrutar aún más de los sonidos, olores y sensaciones que envuelven estos días tan especiales.
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