Las visitas guiadas permitirán descubrir este singular paisaje del Mediterráneo andaluz, dentro de un modelo de turismo sostenible y de valorización del patrimonio salinero.
Por primera vez en su historia, las emblemáticas Salinas de Cabo de Gata, situadas en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería), abren sus puertas al público con un programa de visitas turísticas que permitirá descubrir desde dentro uno de los paisajes más icónicos y singulares del Mediterráneo andaluz.
Los visitantes podrán conocer cómo se produce y se extrae la sal de esta zona, de la que cada año salen unas 35.000 toneladas de sal de altísima calidad, así como el patrimonio natural e industrial asociado a esta actividad.
Se trata de la flor de sal, el tesoro que esconden las salinas de unos pocos países, entre ellos España. Y las del Parque Natural de Cabo de Gata producen una de las más preciadas. Degustarla y aprender cómo se extrae es una de las experiencias que vivirán los visitantes de estas salinas, que, por primera vez, abre sus puertas al público.
Los guías les explicarán el complejo y meticuloso proceso de producción de la sal, desde la entrada del agua marina hasta la recogida final. El objetivo es que las visitas se enmarquen en un modelo de turismo sostenible y de valorización del patrimonio salinero, según Óscar de Vicente, director general del Grupo Salins en España.
“Lo que queremos hacer son visitas turísticas guiadas, siempre a pie o en bicicleta. Tienen que ser sostenibles, ecológicas, para que se vea lo que es la tradición salinera”, ha explicado De Vicente. Habrá unas tres cada día, por la mañana y a última hora de la tarde, con la intención de evitar las horas más duras del sol que siempre luce en esta tierra.
El recorrido culminará en una de las zonas más especiales del recinto: la recolección de la flor de sal. “La idea es que la gente pueda recolectarla y tener su experiencia propia, ser salinicultor por un día. Ese es el programa. Esperamos que sea un éxito, que la gente lo disfrute y lo viva con la misma pasión que nosotros”, ha dicho.
Las visitas guiadas permitirán al público entender el complejo y meticuloso proceso de producción de sal, desde la entrada del agua marina hasta la recogida final. La sal entra en el sistema desde la playa de la Fabriquilla, aprovechando la ubicación natural del terreno y el desnivel. A través de un canal que atraviesa la montaña, el agua llega a las balsas, donde se inicia un proceso gradual de evaporación gracias al sol y el viento.
Este proceso convierte los 30 gramos de sal por litro del agua marina original en hasta 300 gramos por litro en las fases finales, antes de la cristalización. Una vez secas las balsas, normalmente a partir de septiembre, se inicia la recolección, que ha pasado de hacerse a mano, con picos y vagonetas, a mecanizarse parcialmente.
En esta época grandes montañas blancas de sal se acumulan al fondo del recinto antes de ser transportadas en camiones, principalmente hacia mercados del norte de Europa.
Las Salinas de Cabo de Gata constituyen un paisaje de 400 hectáreas, la única salina activa de Andalucía oriental y una de las más antiguas de la península. Su explotación se remonta a tiempos romanos, cuando ya se aprovechaban los recursos de esta albufera para la obtención de un producto tan preciado como la sal.
El Grupo Salins, especializado exclusivamente en la explotación de salinas a nivel internacional, cuenta con instalaciones en países como Italia, Francia, Túnez, Senegal, Zimbabue o Países Bajos, además de España, donde opera en enclaves como Torrevieja, Santa Pola, Cádiz o las propias Salinas de Cabo de Gata.
Además de su valor productivo, este enclave sigue siendo un humedal de altísimo valor ecológico, incluido en la lista Ramsar de zonas húmedas de importancia internacional desde 1990. La salinidad cambiante de los distintos estanques crea una diversidad de hábitats que favorece la presencia de más de 80 especies de aves.
Algunas de ellas nidifican en islotes o carrizales, mientras que otras hacen escala aquí en su migración entre Europa y África. Cabo de Gata es un punto estratégico en esas rutas: un refugio antes de cruzar el mar en otoño y un oasis tras el esfuerzo de atravesarlo en primavera.