Según los datos genéticos, hace unos 60.000 años, un pequeño grupo de chinches abandonó su relación con los murciélagos para adaptarse a los humanos, comenzando así una estrecha convivencia con los neandertales. En cambio, las chinches que permanecieron con los murciélagos vieron cómo sus poblaciones disminuían desde el Último Máximo Glacial, ocurrido hace unos 20.000 años.