La clave ha estado en el desarrollo de una técnica llamada EPI-Clone que les ha permitido identificar, en ratones y humanos, qué células madre individuales contribuyen a la producción de células de la sangre y cuáles van abandonando la carrera a lo largo del tiempo. En otras palabras, han podido reconstruir el árbol genealógico a partir de las marcas epigenéticas de cada clan celular (una especie de código de barras) para ver cómo se imponen unas a otras y el proceso termina favoreciendo la inflamación crónica.