El juego del italiano, preciso, consistente, regular, siempre excelso, remontó al del español,.
El español Carlos Alcaraz, finalista de Wimbledon, aseguró que, a pesar de la derrota, está «muy contento» por Jannik Sinner, campeón del torneo.
«Es difícil perder, pero lo primero, me gustaría felicitar a Jannik. Muy merecido el trofeo, has hecho dos semanas increíbles. Estoy muy contento por ti», dijo el español en la ceremonia de trofeos.
«Le quiero dar las gracias al Rey de España por su apoyo. Es un honor tenerte aquí en las gradas. Gracias por venir a la final. Te estoy muy agradecido», le dijo a Felipe VI.
«Claro que voy a volver», respondió al ser preguntado si retornará al torneo en el futuro.
El juego del italiano, preciso, consistente, regular, siempre excelso, remontó al del español, confiado en el factor humano, pero que vivió un día en el que no le salía nada. El partido se podía resumir en las palabras de Alcaraz en el tercer set: «Desde el fondo de pista está siendo mucho mejor que yo», expresaba el español mientras la computadora de San Cándido hacía todos los movimientos de ajedrez necesarios para desfigurar al murciano.
Y es que, aunque ganó el primer parcial, Alcaraz nunca pudo dominar el encuentro. Era el italiano el que dirigía desde el fondo, como a él le gusta, de lado a lado, con una colocación milimétrica, con precisión de cirujano. Era el partido que se había imaginado en su cabeza, el que había dibujado junto a Darren Cahill para vengar lo ocurrido en París.
Para eso hacían falta dos ingredientes. Que Alcaraz no estuviera en modo superhéroe y, sobre todo, que Sinner hubiera superado los tres puntos de partido errados en Roland Garros. Él aseguraba en la previa que sí: «si no, no estaría aquí», y aunque muchos no se lo creían, durante las tres horas y tres minutos que duró la final, demostró que sí.
Demostró que a los grandes, las experiencias como la de París solo les hacen mejorar, que no se estancan. Todo lo contrario.
Porque lo normal, después de perder un primer set en el que iba 4-2 arriba y en el que el español se llevó cuatro juegos seguidos, era venirse abajo y volver a ver los fantasmas del Bosque de Bolonia de hace cinco semanas.