El primero es jiennense, de 59 años, y arzobispo de Madrid. Y el segundo, almeriense, de 72 años, arzobispo de Rabat.
El Colegio cardenalicio conformado 252 cardenales de 94 países, de los que 135 son electores, deberá elegir al próximo pontífice en un cónclave papal en el que votarán cinco cardenales españoles.
El cónclave para elegir al sustituto de Francisco comenzará antes de dos semanas. Bajo los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina se reunirá el Colegio Cardenalicio encargado de decidir quién será el nuevo pontífice. Lo eligen 135 cardenales, que votarán una vez el primer día y, si no hay acuerdo, cuatro veces en los días siguientes, en un escrutinio secreto hasta que que algún candidato consiga dos tercios de los votos. Será en ese momento cuando saldrá humo blanco de la chimenea vaticana. Con esa fumata blanca llegará el anuncio "Habemus papam". El elegido debe aceptar... elegir un nombre y ofrecer, desde el balcón de San Pedro, la bendición "urbi et orbi".
En el cónclave hay 7 cardenales de origen español. Y dos de ellos son andaluces, además de los más jóvenes: el jiennense José Cobo Cano, de 59 años (cumple los 60 en septiembre) y es arzobispo de Madrid. Y el almeriense Cristóbal López Romero, de 72 años, arzobispo de Rabat.
Tras la muerte del papa Francisco este lunes, el Colegio cardenalicio conformado 252 cardenales de 94 países, de los que 135 son electores, deberá elegir al próximo pontífice en un cónclave papal en el que votarán cinco cardenales españoles. España es actualmente el tercer país con mayor representación en este consejo eclesiástico, por detrás de Italia y Estados Unidos, al contar con 13 miembros españoles. De ellos, ocho no son electores por superar los 80 años de edad. Así, los cinco religiosos españoles que tendrán voto en el cónclave papal.
Ángel Fernández Artime (Asturias, 1960), religioso salesiano español de 64 años, es el proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, órgano que tiene su sede en Ciudad del Vaticano. Vivió durante años en Buenos Aires, donde tuvo trato con el difunto papa, que lo nombró cardenal en 2023.
Antonio Cañizares Llovera (Valencia, 1945), obispo español de 79 años, es el arzobispo emérito de Valencia desde octubre de 2022, cuando el papa Francisco aceptó su renuncia y nombró como sucesor a Enrique Venavent. Cañizares fue nombrado cardenal en 2006 por el papa Benedicto XVI y ha ocupado el cargo de vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en dos etapas: 2005-2008 y 2017-2020.
Carlos Osoro Sierra (Cantabria, 1945), cardenal español de 79 años, fue arzobispo de Madrid durante casi una década, entre 2014 y junio de 2023, por designación del papa Francisco, que también le nombró cardenal presbítero en noviembre de 2016. Además, fue vicepresidente de la CEE en el cuatrienio 2020-2024.
José Cobo Cano (Jaén, 1965), obispo español de 59 años, es el arzobispo de Madrid desde julio de 2023. Un día después de este nombramiento, el papa Francisco anunció que iba a designar a Cobo cardenal de la Iglesia católica, cargo que asumió en septiembre de ese mismo año. Desde marzo de 2024 es vicepresidente de la CEE.
Juan José Omella (Teruel, 1946), cardenal español de 79 años, es el arzobispo de Barcelona desde 2015, pese a que presentó su renuncia por edad en abril de 2021, que todavía espera a ser aceptada. Fue creado cardenal por el papa Francisco en 2017 y elegido Presidente de la CEE para el cuatrienio 2020-2024. Omella es además miembro del Consejo de cardenales (el llamado C-9), organismo consultivo del Papa en el gobierno de la Iglesia. Además, hay dos cardenales nacidos en España que han desarrollado su actividad pastoral fuera del país y, por tanto, el Vaticano los cuenta como cardenales de otros países:
Cristóbal López Romero (Almería, 1952) es un sacerdote español de 73 años, arzobispo de la diócesis de Rabat desde 2017 y cardenal salesiano nacionalizado paraguayo desde 2019.
François-Xavier Bustillo (Pamplona, 1968) es un sacerdote franco-español de 56 años, obispo de Córcega (Francia) y cardenal franciscano desde 2023
QUÉ ES UN CONCLAVE
La muerte del papa Francisco, este lunes a los 88 años de edad, deja a la iglesia en "sede vacante", un período excepcional que concluirá con la celebración de un antiguo y ceremonioso ritual para buscar un sucesor: el cónclave.
Del latín "cum clave" (bajo llave), se trata de una reunión en la que los cardenales menores de 80 años se reúnen en la Capilla Sixtina, a puerta estrictamente cerrada, para elegir un sucesor al difunto, y no volverán a la "libertad" hasta completar su misión.
La "sede vacante" sigue un ritual claramente estipulado en el que "nada se ha de innovar", según obliga el Derecho Canónico.
CLAVES DE UNA CEREMONIA TRADICIONAL Y HERMÉTICA
Tras la muerte del papa, la Santa Sede queda en manos del camarlengo, actualmente el estadounidense Kevin Farrell. Lo primero será convocar a Roma a todos los purpurados para las exequias y para organizar la sucesión. Los cardenales deberán consensuar la fecha del cónclave, que se celebrará antes del vigésimo día de la proclamación de la "sede vacante".
El cónclave se celebra con los cardenales encerrados para animar al acuerdo y evitar interferencias. Esta práctica surgió en el 1270, cuando los habitantes de Viterbo, entonces sede pontificia, hartos de años de indecisión, encerraron a los 'príncipes de la iglesia' hasta elegir sucesor. Funcionó y el designado fue Gregorio X.
Así, en la fecha elegida, se encerrarán en la Capilla Sixtina para debatir el nombre del futuro papa, aunque solo podrán votar o ser elegidos los menores de 80 años.
Esta jornada histórica comenzará con la misa 'Pro eligendo papa' en la basílica de San Pedro y después los electores procesionarán hasta la Sixtina cantando el "Veni creator".
Una vez dentro, ante el Juicio Final de Miguel Ángel, jurarán y luego el maestro ceremoniero echará a los ajenos proclamando "Extra omnes" (fuera todos) y cerrará sus puertas para garantizar la más absoluta privacidad (se usan incluso inhibidores de frecuencia).
Actualmente los electores son 138 (a fecha de febrero de 2025). La mayoría de Europa (54), seguidos por los asiáticos (24), los sudamericanos (18), norteamericanos (16), africanos (18), centroamericanos (4) y de Oceanía (4). Francisco descentralizó la iglesia con diez consistorios en los que creó purpurados "de las periferias".
Abolidos los modos de aclamación y por compromiso, la elección se hará por escrutinio secreto. Para que sea válida la elección del Romano Pontífice se requieren dos tercios de los votos.
El primer día de encierro se realizará una sola votación y en los días posteriores, en caso de fracasar, dos por la mañana y dos por la tarde.
El 'scrutinium' contará con tres cardenales encargados de escrutar el proceso y tres de revisarlo. Las papeletas serán rectangulares y en ellas se lee "Eligo in Summum Pontificem", mientras que en la parte inferior habrá un espacio para escribir el nombre del elegido.
Luego, cada purpurado llevará su papeleta hasta la urna y, ante los escrutadores, pronunciará él juramento: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios, creo que debe ser elegido". Después colocará la papeleta en un plato y con éste la deslizará en la urna.
Una vez que todos han votado se procede al recuento. Los escrutadores leerán en alto cada papeleta mientras otro toma nota y un tercero las perfora con una agua e hilo, uniéndolas en ristra.
Tras cada votación, se quemarán los votos en una estufa instalada para la ocasión en la Capilla Sixtina. El color del humo que salga por la chimenea anunciará al exterior el resultado: si es blanco, significará que se ha alcanzado un acuerdo. Si es negro, el cónclave deberá seguir. En el pasado se usaba leña o paja para intensificar el humo y evitar confusiones, pero ahora se emplean químicos.
Una vez un cardenal se imponga al resto, el decano, Giovanni Battista Re (en febrero de 2025), preguntará al elegido: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?". De asentir, le preguntará cómo quiere ser llamado.
El nuevo papa soberano es llevado enseguida a la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la 'sala de las lágrimas', donde habrán preparados tres trajes pontificios de varios tamaños (dado que es imposible saber de antemano quién será el elegido).
El último paso será anunciar la elección al mundo: "Habemus Papam" (tenemos papa) es la fórmula que el protodiácono exclamará desde el balcón de la basílica vaticana. El nuevo pontífice se presentará entonces al mundo e impartirá su primera bendición 'Urbi et orbi'.