Será el pontífice número 267. Los 133 cardenales encerrados en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa confirmaron su acuerdo con el humo blanco que emergió a las 18.07 hora locales.
El humo blanco en la chimenea sobre el tejado de la Capilla Sixtina del Vaticano y el repique de campanas en la basílica de San Pedro confirmaron al mundo que la Iglesia católica tiene ya un nuevo papa, cuyo nombre aún no ha sido dado a conocer. Los 133 cardenales encerrados en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa confirmaron su acuerdo con el humo blanco que emergió a las 18.07 hora locales de la chimenea. Poco después empezaron a repicar las campanas de San Pedro, mientras la plaza vaticana empezaba a llenarse con miles de personas que acudieron al lugar para seguir el anuncio.
Ahora, el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, deberá asomarse al balcón de la basílica para anunciar la elección con la tradicional fórmula en latín: "Nuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam" (Os anuncio una gran alegría: tenemos papa). Después dirá en latín el nombre de pila del cardenal elegido así como con el que desea ser llamado como pontífice. Luego, el nuevo papa aparecerá ante los fieles en la Plaza de San Pedro para presentarse al mundo.
El cardenal elegido, que necesitaba al menos dos tercios de los votos de los 133 cardenales, se convierte en pontífice cuando aceptar el encargo y decir con qué nombre quiere ser llamado para oficializarlo. Solo entonces se anuncia al mundo la elección de un nuevo papa y se abre un pequeño lapso hasta que se asoma al balcón central de la plaza de San Pedro.
Desde la Capilla Sixtina el elegido es invitado a ir a una habitación cercana, la llamada 'Sala de las Lágrimas', donde desde hace días está preparada la vestimenta que puede empezar a usar. La habitación es conocida con ese nombre porque históricamente es el lugar donde el elegido podía permanecer tranquilo un momento y, eventualmente, rezar y llorar para desahogar la tensión acumulada.
En esa cámara hay tres hábitos largos o sotanas de color blanco de distinto tamaño en función de la altura del elegido, así como cuatro vestimentas cortas tipo sobrepelliz, una muceta o esclavina de color morado y una estola púrpura con decoración dorada. También, si lo desea, puede escoger entre zapatos de distintos números, fajines, un cordón y una cruz dorada, todo allí dispuesto.
Cada papa elige cómo comparece ante los fieles en San Pedro y, así, en el caso de los dos últimos pontífices, el cardenal alemán Joseph Ratzinger salió al balcón con la esclavina y la estola mientras el argentino Jorge Bergoglio optó por aparecer sin esas piezas y se presentó al mundo solo de blanco, con la cruz en el pecho.
El protodiacono, el cardenal francés Dominique Mamberti, es el que anunciará quién es el elegido y el nombre con el que gobernará la Iglesia. Después el nuevo papa dirigirá unas palabras a los presentes en San Pedro y hará la bendición urbi et orbi.
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